Cómo mejorar nuestra Autoconfianza

Web de Chema Montorio - Mentor Formador y Mediador

Cómo mejorar nuestra Autoconfianza

La CONFIANZA en uno mismo es lo que necesitamos para sentirnos capaces de hacer todo aquello que queremos realizar o conseguir.

Cuando nos planteamos un nuevo reto o una meta que queremos alcanzar, debemos cumplir con dos pasos básicos, entre otros más específicos:

  1. Tener claras cuáles son nuestras POSIBILIDADES REALES para conseguirlo.
  2. Pasar a la ACCIÓN.

Para saber cuáles son nuestras posibilidades REALES debemos conocernos bien a nosotros mismos; solo así sabremos, de verdad, qué es lo que podemos llegar a hacer y lo que no. Nuestro interior es el verdaderamente sabio, el que nos conoce al 100 %, y debemos escucharlo, sin hacer caso a lo que otros nos digan que “podemos o no podemos hacer”, si en lo único en que se basan para hacerlo es en sus “propias experiencias” personales, las que tienen en cuenta sólo SUS vivencias y SUS capacidades, pero NO las NUESTRAS.

Para conocernos en profundidad, necesitamos estar provistos de un elemento clave: la AUTOCONFIANZA, sin ella nunca podremos CREER en nuestros auténticos potenciales y, sin creer en ellos, no seremos capaces de desarrollarlos o de utilizarlos para conseguir lo que queremos.

Sin la suficiente Autoconfianza sentiremos que nuestras metas son inalcanzables y, por lo tanto, no tendremos la motivación necesaria para intentarlo, para probar si tenemos la más mínima posibilidad de éxito. Así surge el terrible “No puedo”, antes de mover ni siquiera un dedo para saber si podemos conseguirlo o no, ya sea por nosotros mismos o con algún tipo de AYUDA.

La confianza en uno mismo NO es algo que tengamos que adquirir por venir al mundo sin ella ¡todo lo contrario!, forma parte de nosotros desde que nacemos (viene “de serie” en nuestro equipamiento emocional) pero, por diferentes razones, puede DISMINUIR a lo largo de nuestra vida.

La buena noticia es que, si la hemos tenido desde un comienzo,

¡podemos recuperarla!

Cuando nacemos tenemos plena confianza en nosotros mismos. La prueba de esto es que todos los bebés (que no tengan problemas motrices o cognitivos) se lanzan a hacer descubrimientos constantemente, como aprender a andar, a hablar, a manejar objetos… y también a meterse en problemas, claro, por su afán de explorarlo todo.

Cuando somos niños -porque todos lo hemos sido- no nos planteamos si podemos o no hacer esto o aquello, simplemente lo probamos y, si nos sale mal, lo intentamos una y otra vez hasta que lo conseguimos, mientras nuestra curiosidad nos mantenga suficientemente motivados para ello.

Algunos dirán que esto es así porque los bebés no tienen consciencia del peligro, y es cierto, en principio; pero cuando quieren algo y no lo pueden conseguir, lo siguen intentando repetidas veces, aún sufriendo en ocasiones pequeños percances que puedan resultar dolorosos. Lo único que ocurre es que cambian de estrategia ¡hasta que lo logran!

desarrollo-bebe¡Vaya! parece que de pequeños no conocemos esa limitante frase de “No puedo”¿verdad?

¡Será por eso que cuando somos niños aprendemos constantemente! porque intentamos hacer cosas y, cuando fallamos, lo intentamos de nuevo… ¡y de otra forma, si aún así no lo logramos! hasta que lo conseguimos y se queda fijada en nuestra mente la manera como hemos logrado alcanzar ese objetivo.

Básicamente, lo que hacemos cuando somos niños es

APRENDER A APRENDER

De lo anterior podemos deducir que, cuando somos pequeños, tenemos todo lo que necesitamos para conseguir lo que queremos: coraje, resolución, curiosidad, creatividad… y la CONFIANZA (inconsciente) necesaria para utilizar todo ello sin ninguna limitación, en lo que a nosotros respecta.

Entonces ¿en qué punto del camino llegamos a perder algo tan valioso como la confianza en nosotros mismos?

Desgraciadamente, esa pérdida puede darse en muchos momentos a lo largo de nuestra vida, pudiendo tener una única causa o tratarse de un proceso progresivo que la vaya minando  hasta alcanzar niveles muy bajos, o nulos, en los peores casos.

Algo que ocurre con frecuencia es que podemos ser unas personas muy seguras de nosotros mismos en ciertos aspectos, y todo lo contrario en otros ámbitos de nuestra vida, en función de las vivencias y las influencias que hayamos tenido en diferentes momentos.

Normalmente, perdemos nuestra confianza debido a otras personas cuyo criterio tiene una importante influencia sobre nosotros, como pueden ser los padres, hermanos, amigos, maestros, jefes, compañeros, etc.

Para muchas personas, lo que piensan de ellas los demás llega a tener más importancia que lo que piensan ellas mismas, por eso acaban haciendo suyos esos pensamientos ajenos que pueden producir lo que en Psicología se llama la Profecía autocumplida, o Efecto Pigmalión: llegar a creer de sí mismas aquello que han oído repetidas veces que otras personas dicen sobre ellas, convirtiéndolo finalmente en una realidad.

Lo interesante de todo esto es que, como pasa en muchas ocasiones, la solución a este problema se encuentra en el propio problema. Y lo sé porque lo he vivido en propias carnes.

En primer lugar, lo fundamental para que una persona recupere o aumente su autoconfianza es que CREA que eso ES POSIBLE, que puede volver a sentirse segura de sí misma de nuevo, igual que lo fue en un pasado, aunque sea lejano.

La acción de repetirnos a nosotros mismos que SOMOS CAPACES de volver a sentirnos seguros, que podemos recuperar esa confianza que tiempo atrás tuvimos, es la única manera de iniciar el proceso que nos ayudará a acabar con una situación que nos limita y nos impide avanzar en nuestras vidas.

El resto se puede conseguir con un trabajo personal adecuado, ayudado por un profesional si es necesario, pero el PRIMER PASO sólo lo puede dar uno mismo:

¡QUERER CONSEGUIRLO Y CREER SINCERAMENTE QUE ESO ES POSIBLE!

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