Predicar con el ejemplo

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Predicar con el ejemplo

Hace unos días encontré una frase que tengo muy presente desde entonces (soy un acérrimo defensor de esos escuetos pozos de sabiduría), de un hombre al que la Humanidad tiene por muy inteligente, lo cual ya inspira confianza a la hora de leerla:

                                               “Dar ejemplo no es la principal manera de influir,

                                                                    ¡es la única manera!”                (Albert Einstein)

He utilizado esta frase en varias ocasiones para basar mis argumentaciones de alguno de los procesos de acompañamiento a las personas en que trabajo y, teniendo en cuenta el enorme interés que está suscitando en estos tiempos todo lo relacionado con el Liderazgo, creo que vale la pena reflexionar un poco más sobre el tema.

Se están escribiendo montones de libros y realizando continuamente talleres, cursos, másters, conferencias y charlas sobre cómo liderar equipos, liderarse a uno mismo, ser un líder motivador, influir como líder, liderar desde el Yo o desde el Nosotros, etc., etc., etc.

Yo mismo he participado como alumno, y también como coordinador, en alguno de esos cursos y talleres, por lo que valoro muy positivamente muchos de los aprendizajes que me han aportado pero, intentando tener una visión con mayor perspectiva, cada vez estoy más convencido que el auténtico Liderazgo se fundamenta, precisamente, en lo que recoge esta frase inicial: dar ejemplo.

No quiero entrar en definiciones de manual sobre lo que es realmente ser un líder, ya se ha escrito mucho sobre esto y, además, cada uno puede tener su visión particular del asunto; pero en lo que creo que todos coincidiremos es en que han existido -y existen hoy en día- personas que ejercen sobre grandes grupos de población un liderazgo que podríamos llamar “natural”, que no parece estar basado en modernos estudios psicológicos o mediáticos, sino en su forma de ser o en la manera en que tratan -o viven- una cuestión que afecta a otras personas.

Me refiero a personajes como Gandhi, Nelson Mandela, Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, Juana de Arco, Che Guevara, Rosa Parks, Martin Luther King, Abraham Lincoln, Obama… y muchas otras personas que han sido seguidas por pueblos enteros, al ver en ellas algo con lo que coincidían y que les llamaba tan poderosamente la atención que eran capaces de enfrentarse a los poderes establecidos para seguirlas.

HitlerTambién ha habido otros tipos de líderes, que podríamos llamar “negativos” por las consecuencias de sus liderazgos sobre diferentes grupos de población (Hitler, Mussolini, Charles Manson…), pero estos suelen ejercer su influencia de forma mucho más calculada y “manipuladora” que los que yo considero como “líderes naturales”.

Estos líderes “naturales” de los que hablo tienen algunos puntos en común entre ellos pero, sobre todo, hay uno que les caracteriza a todos por igual: el hecho de haber ejercido ese liderazgo predicando con el ejemplo, es decir, siendo los primeros en apoyar sus argumentos con sus propias acciones, convirtiéndose en ejemplos vivientes de la filosofía que querían aportar al mundo.

Este tipo de Liderazgo es el que pervive a lo largo de los años, aún después de que los líderes hayan desaparecido de este mundo, al haber dejado una impronta entre sus seguidores que tiende a permanecer viva en el tiempo.

En otros ejemplos de liderazgo (Napoleón, Alejandro Magno, Cleopatra, Mao Tse Tung, Lenin…) se dan otros factores que facilitan el poder contar con masas de “seguidores”, como el uso de la fuerza o la intimidación, lo que conlleva que, una vez desaparecido el líder, normalmente son muy pocos los que permanecen fieles a sus ideales.

Por eso considero que el Liderazgo que se ejerce desde el ejemplo, siendo un vivo reflejo de lo que se quiere transmitir, es el que entiendo como el más auténtico de los diferentes tipos que podemos encontrar a lo largo de la Historia; es el de aquel líder que, en muchos casos, ni siquiera busca tener seguidores sino que comienza siendo una declaración de principios individuales que, con el tiempo, acaba convirtiéndose en una auténtica filosofía de vida para muchas otras personas que se sienten representadas por esas ideas.

Voy a acabar este artículo como lo empecé, con una frase de otro líder inspirador que utilizó su propio ejemplo como principal palanca para luchar contra la desigualdad en su país: José (“Pepe”) Mújica, expresidente de Uruguay.

Pepe Mújica, Uruguay

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