¿Un simple armario o un estupendo recurso para la mejora personal?
Espero que el titulo de este artículo no vaya a despertar falsas expectativas entre los amantes de la moda, no voy a hablar sobre fondos de armario ni de diseños exclusivos, lo siento.
Lo que pretendo hoy es derribar la creencia, limitante donde las haya, de que todas las soluciones a nuestros problemas de gestión emocional están únicamente al alcance de las personas que pueden pagarse costosas sesiones de terapia o cursos con rimbombantes nombres, generalmente en inglés.
Eso no es exactamente así.
Si bien es cierto que, para muchos aspectos de este tema, tendremos que recurrir a los profesionales que estén a nuestro alcance, también es verdad que hay ámbitos en los que nosotros podremos buscar, o crear incluso, nuestras propias soluciones, con lo cual conseguiremos que estas sean lo más ajustadas posible a nuestras necesidades.
Así que, primera cuestión a tener en cuenta:
En muchos aspectos, cualquiera puede crearse
sus propias soluciones.
Yo voy a hablar de MI solución, la que YO he creado para solventar un problema MÍO, o sea, que no espero que todo el mundo aplique esta solución en sus vidas sino que mi verdadero objetivo es que cada cual busque, diseñe, recopile, etc., sus propias soluciones y no espere a que nadie se las dé hechas -y a medida, claro- porque, en la mayoría de los casos, se le puede pasar la vida esperando ese quimérico momento.
Para situar el motivo por el que diseñé esta solución -barata y efectiva- debo hacer referencia a otro artículo que publiqué en este mismo blog hace exactamente dos años, se titulaba “Lo urgente y lo importante”.
En ese artículo hacía referencia, utilizando una dura experiencia, a lo necesario que es saber discriminar entre aquellas situaciones que son URGENTES de las que son verdaderamente IMPORTANTES porque, cuando no tenemos clara la diferencia, podemos perder mucho en esta vida de aquello que nunca podremos recuperar.
Para los que no puedan leer entre líneas me refiero, sobre todo, a lo que NO es material.
¿Qué es algo “urgente”?
Es aquello que no se puede postergar porque, de hacerlo, sufriremos algún tipo de perjuicio. Pueden ser cosas como pedir hora en el médico ante una dolencia o de otra índole, como el acordarnos de tirar la basura porque, de no hacerlo, los restos de comida que tiramos ayer podrían empezar a desprender un olor desagradable.
Estas dos cosas son urgentes, por una razón u otra ¿verdad?
De acuerdo, pero ¿ambas acciones son igualmente IMPORTANTES?
Creo que el ir al médico, cuando nos encontramos mal, es más importante que tirar la basura con los restos de comida del día anterior pero, en el caso de que esa basura fuera de más tiempo, también podría ser algo “importante” porque nos podría repercutir en problemas sanitarios en casa.
Espero que se entienda un poco la cuestión, sino siempre podréis recurrir al artículo a que hago referencia más arriba.
Y ahora viene la segunda cuestión importante:
Es absolutamente vital que nos atrevamos a reconocer
aquello en lo que fallamos o que deberíamos mejorar.
Si no somos sinceros con nosotros mismos y no queremos ver aquello que podríamos o deberíamos mejorar en nuestro día a día, siempre seguiremos con el mismo nivel de eficacia, o de falta de ella, mejor dicho.
En mi caso ¿cuál era MI problema respecto a este tema?
Pues que yo siempre me hacía listas con las tareas pendientes, pero nunca me las organizaba según estas prioridades, con lo que mi efectividad a la hora de pasar a la acción era más que discutible.
Yo conocía muy bien la teoría, sabía la diferencia entre un concepto y otro, pero mi capacidad para discriminar las tareas de una lista, por su urgencia o importancia, era muy escasa, aunque las señalara con diferentes colores, cosa que ya había probado.
Hasta que un buen día, al abrir la puerta de mi armario para coger una camisa, me llegó la inspiración: si mi armario tenía dos grandes puertas, vacías de todo contenido cual vírgen valla publicitaria, y cada día tenía que verlas obligatoriamente para coger una u otra prenda de su interior ¿por qué no aprovechar esas dos circunstancias, aparentemente sin conexión alguna, de una forma mucho más útil para mí?
Ya sé que el razonamiento puede parecer algo rebuscado, lo reconozco, pero mi mente es así ¡qué le voy a hacer! continuamente está haciendo asociaciones de ideas, necesidades y posibilidades absurdas… o no tan absurdas.
Como el tema de la organización de las tareas me traía por la calle de la amargura, mi cerebro cruzó los datos y, con una simple cartulina, unas tijeras, unos trozos de papel de colores, rotuladores y un poco de celo, ayudado por ese invento revolucionario de la era moderna llamado “post-it”, convertí mi convencional armario en un colorido y eficiente “organizador vital”: un soporte perfecto para distribuir maravillosamente todas mis tareas pendientes y clasificarlas de forma clara, según sus verdaderas prioridades, de menor a mayor urgencia e importancia.
Y este es el resultado final que, además, tiene un coste insignificante.
Ahora tengo a la vista, cada día, todo aquello que tengo por hacer, sé cuándo lo tengo que hacer o si puedo prescindir de ello y, gracias a los post-it, puedo irlo reubicando si hay algo que cambia su prioridad, además de que los diferentes colores de estos papelitos auto-adhesivos me ayudan a determinar aún mejor los plazos o la importancia de cada tarea.
Repito lo que dije al principio de este artículo: no es cuestión de copiar las soluciones de los demás, sino de crear las nuestras propias porque, en nuestro interior, es donde se encuentra la verdadera sabiduría de lo que es realmente interesante para nosotros.
¿A que a partir de ahora ya no verás tu armario como un simple y soso contenedor de ropa?
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